Siempre se habla de la velocidad con la que evolucionan las nuevas tecnolgías, las telecomunicaciones no son una excepción y, con el tiempo, van cambiando los estándares para ofrecernos mejores conexiones.

La telefonía móvil despegó en los años 80, era una tecnología analógica que prestaba servicios únicamente de voz, y evolucionó a la denominada 2G en los 90, que ya era digital y permitía transmisión de datos a bajas velocidades. En los 2000 la telefonía 3G permitía transmitir datos a velocidades de varios megas, velocidad que se incrementaría notablemente con el 4G, que con el LTE+ permite superar 1 Gbps teórico. La evolución es clara, los primeros teléfonos solo servían para hablar y ahora, en nuestro teléfono, tenemos un completo dispositivo multimedia totalmente conectado.

Actualmente se está hablando del 5G, que será la tecnología que vendrá tras el 4G. Aunque ya lleva años desarrollándose, previsiblemente, empezará a desplegarse para su uso durante este año o el próximo. De la mano de esta evolución, conseguiremos conexiones más veloces, previsiblemente entre 10 y 20 veces más rápidas, así como permitir que más dispositivos se conecten a internet, de ahí que se vincule 5G, al IoT (Internet de las cosas), porque permitiría que no solo tengan conexiones los móviles, sino otros dispositivos que tendrían conexión permanente a internet.